Reconocimiento de los derechos de propiedad de las mujeres en Centroamérica: ¿Misión cumplida?

Copyright María José Casanova

Esta entrada de blog se publicó originalmente en el sitio web del Banco Mundial Blog de América Latina y el Caribe. (Léelo en español)

Por Reina Zavala y Ivonne Astrid Moreno Horta

Cuesta creer que hace sólo 70 años, en la mayoría de los países latinoamericanos, las mujeres no pudieran votar. O incluso más recientemente, el acceso de las mujeres a la tierra en el marco de las reformas agrarias dependía de factores como el consentimiento del hombre cabeza de familia o ser viuda. En esta época, ¡el concepto de mujer trabajadora era prácticamente inexistente!

Afortunadamente, muchas cosas han cambiado desde entonces, sobre todo en América Central. Por ejemplo, en Nicaragua, 51% de los títulos de propiedad otorgados a través de proyectos de regularización de tierras fueron registrados a mujeres, en comparación con solo 9,7% en 1989. Del mismo modo, en Panamá, entre 1992 y 2010, esta cifra aumentó de 27,8% a 34,48%.

En la vecina Costa Rica, Mujeres y Pobreza, una publicación del Instituto Nacional de las Mujeres, indica que 95% de las tierras adjudicadas por el gobierno entre 2003 y 2006 se registraron a nombre tanto del hombre como de la mujer.

Aunque los que gestionamos programas de acceso a la tierra podemos alegrarnos de estos avances, también debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Se trata de una misión cumplida?

Para responder, primero debemos separar las cifras globales (urbano-rurales) de las que se centran exclusivamente en el acceso a las tierras agrícolas. En el caso de estas últimas, persiste una mayor brecha de género. Por ejemplo, la cifra global actual en Honduras se estima en 40%, mientras que en el ámbito rural, el registro de tierras a nombre de mujeres desciende a 25%.

 

Chart: Relationship between parcel size and gender

            (Hombres - Men; Mujeres - Women; 0.35 ha. O menos - 0,35 hectáreas o menos ; 352 ha. y más - 352 hectáreas o más)

También hay que analizar por separado la calidad y el tamaño de las parcelas de tierra a las que tienen acceso las mujeres. Para este análisis, utilizamos Nicaragua como referencia. No es el único país de la región que presenta estas características, pero cuenta con algunos de los mejores datos al respecto. Con base en la encuesta agropecuaria de 2012 en Nicaragua, si bien se han logrado avances significativos en el número de mujeres que poseen títulos de propiedad, el número de propietarias disminuye considerablemente a medida que aumenta el tamaño de las parcelas. En parcelas de hasta 0,35 hectáreas, 49% de la propiedad es propiedad de mujeres. Sin embargo, en el caso de parcelas de 7 hectáreas (10 manzanas), esta cifra desciende a 17%; y en el caso de terrenos de más de 350 hectáreas (500 manzanas), la cifra desciende a 7%.

Además, la mayoría de las decisiones relacionadas con el arrendamiento, la producción, la herencia y la venta de propiedades siguen siendo tomadas por los hombres, situación que ilustra Gabriel, beneficiario de la regularización de tierras en Honduras. Cuando escuchó la palabra "género" en un taller de regularización de tierras en Honduras, afirmó con contundencia: "En términos de género, no creo que las cosas puedan ser tan iguales; el hombre siempre es el cabeza de familia".

Gabriel creció creyendo que los hombres deben tener el control en el hogar; y puesto que es su responsabilidad mantener a sus familias, las decisiones relacionadas con la propiedad y el manejo de las transacciones y documentos relacionados con la propiedad deben ser tomadas únicamente por los hombres.

Superar la brecha de género, sobre todo en la toma de decisiones domésticas, el reto no consiste sólo en abordar el porcentaje de parcelas registradas a nombre de mujeres, sino también en promover la participación de las mujeres en las decisiones relacionadas con la tierra  y el control de los recursos productivos- para mejorar su agencia y su capacidad de participar en las decisiones domésticas e incluso comunitarias. En otras palabras, más allá del marco político para lograr avances, debemos luchar por la inclusión en términos de acceso y control de la tierra.

La campaña "Defiende su tierra" se centra precisamente en esto: aumentar el acceso de las mujeres a la tierra y a los activos inmobiliarios, así como su control sobre ellos, para que puedan convertirse en miembros plenos y productivos de sus familias, comunidades y países. 

¿Qué otros factores cree que deberían utilizarse para medir si existe igualdad de género con respecto al acceso a la tierra? ¿Qué medidas cree que pueden proporcionar a las mujeres un acceso igualitario a la tierra como medio de producción?  ¿Cómo lograr, de forma beneficiosa y respetuosa, un cambio cultural en las comunidades, al menos en lo que respecta al acceso de las mujeres a la tierra?

Queremos conocer tu opinión. Puede responder en la sección de comentarios.

 

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